El texto nos cuenta la historia de unas chicas afganas que practican fútbol en su país, pese a que se les considera revolucionarias por ello y a que la gente se enoja al verlas jugar.
Practicar este deporte en su país, un país machista, tierra de hombres, les resulta muy complicado y ni siquiera pueden jugar partidos en un campo o en el estadio, porque estarían expuestas a las miradas de los hombres; y no hablemos de las malas condiciones del entrenamiento realizado en la casa del entrenador.
Estas mujeres no están haciendo nada malo, aunque en su país, y entre familiares y vecinos, por poner un ejemplo, se les acuse de ello. Lo único que hacen es luchar por sus sueños y por los derechos y libertades que se merecen, iguales a los de los hombres.
Saben que algún día, cuando se casen, no podrán practicar este deporte, y temen la llegada de ese momento. También saben que por todo lo que están haciendo llegará un día en el que puedan ser castigadas y el precio a pagar por practicar un deporte que debería ser libre, les va a resultar muy caro; pero pese a todo eso, ellas van a seguir luchando por conseguir todo lo que se merecen y se sienten muy orgullosas de ello.
Me parece muy bien que luchen por sus derechos y por hacer lo que les gusta, y valoro muchísimo la fuerza y el valor que tienen que tener para hacerlo, porque yo en su lugar, y la mayoría, no haríamos lo que hacen ellas por el miedo a las opiniones y castigos.
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